miércoles, 21 de octubre de 2009

El robo de cada dia

Siempre escuchamos de personas, aquí y allá, que son visitadas por indeseables personajes: los ladrones. Pero, solemos pensar que, si bien las personas no tienen la culpa de ser robados, seguramente su casa, barrio, tipo de vecinos; o incluso, estilo de vida, los hacen más propicios a ser visitados por esa laya de personas. Muy rara vez, la historia contada por otra persona, sobre sus tristes experiencias sobre robos, influirán en alguna futura acción que vayamos a tomar.
Y eso es lo que precisamente me paso a mí. Hasta el momento, era el invito del vecindario: nunca robado, nunca visitado. Atribuía mi falsa seguridad, a mi estilo de vida, a la forma de mi casa, y hasta a Dios. Pero todo eso se derrumbo, al ser visitado, y justo un día domingo, cuando estaba en la Iglesia.
Antes de que se preocupen, lo sucedido no afecto mi fe; pero si me preocupo.
Tuve que invertir en alarmas, blindar la puerta, anular otra con una pared, y otras cosas; antes de poder conciliar el sueño. Pero finalmente, estoy tranquilo de nuevo.
¿Ahora, qué me costaba hacer todo esto antes? ¿Por qué postergue estos cambios por tanto tiempo, hasta que finalmente fui robado? La razón, es muy sencilla, y es la misma por la que usted, que lee esto, tampoco hará nada…