miércoles, 19 de mayo de 2010

Los autos americanos. ¿Ser o no ser? There is the question

De los que somos fanáticos de los autos, pero ya llegando o pasando los 40; no existe uno que vea con una envidia poco sana, a los autos americanos, en la ruta.
Por un lado, y sin decirle nada a nadie, los admirados, observamos su sólida construcción, su enorme tamaño, y su andar, que pareciera como que lo empuja un místico viento. Pero, casi enseguida, como para que nos escuchen los demás, y para consolarnos a nosotros mismos, decimos: - ¡Qué loco! ¿Cómo va manejar semejante cosa? Seguro que le lleva todo el salario en combustible y no puede estacionarlo en cualquier lugar."

Y resignados, seguimos manejando nuestros pobres 80 o 100 caballos, y bocas de no más de 2.000 c.c.

Bueno, hace poco, pasé por unas semanas, al club de "esos locos", y pude manejar durante tres semanas, una Ford Explorer versión Eddie Bauer, del año 2007.

¡Y vaya! ¡Qué lujo!

Todos los argumentos sobre el consumo, el espacio para estacionar, etc, etc. Se desasen al sentir el placer, la protección y el poder que da sin egoísmo alguno el vehículo.

Después de manejar durante tres semanas la camioneta, hacerle casi 1.200 kilómetros, y según la computadora a bordo, pasar casi tres días continuos sentado en el mando de la misma (65 horas); me tocó el recibir el balde de agua fría más grande de mi vida, al tener que sentarme de nuevo al mando de mi vieja Citroën Evasión, 2.1 TD, de apenas 100 caballos de fuerza.

La diferencia fue brutal. La Citroën me parecía una lata, que hasta un triciclo podría abollar al chocar con esta; lenta, sin fuerza para nada; poco ágil, y como si tuviera un motor asmático, que siempre estaba al límite.

Traté de consolarme con el consumo del vehículo; pero, no pude.

Al igual que al niño que se le muere su primer perrito, y que los padres, hasta buscan a un clon para consolarlo; yo no podía creer la gran diferencia que había entre un vehículo y el otro.

Incluso, tras una semana de haber andado en la Citroën, ya era tarde para mí. Mi sangre estaba envenenada, mi mente oscurecida, y finalmente, ocurrió lo inevitable... solicité un crédito en el banco para comprar la Ford Explorer... Vamos a ver si me conceden dicho préstamo.

To be continued...