jueves, 9 de septiembre de 2010

Un mundo cada vez más incomunicado


Este título, aunque parezca mentira, es actual. Si bien vivimos en una época, que ya sea con el teléfono, internet o las video conferencias, podemos comunicarnos con cualquier parte del mundo, a cualquier hora; hemos empeorado radicalmente la calidad de nuestras comunicaciones.
Hablamos mucho más que antes, escribimos miles de líneas en el correo electrónico, los chats, los blogs, los post, y otros.
Pero, nos comunicamos menos que antes.
¿Quién puede discutir la calidad de la comunicación, de persona a persona, contra la de una llamada telefónica, o el correo?
¿No es mejor que en tu cumpleaños, alguien pase por tu casa, y te felicite; que te mande un frió mensaje electrónico, o una rápida llamada?
Antes íbamos a las casas de los amigos, nos sentábamos frente a frente. Podíamos ver sus gestos, distinguir su tono de voz, enfatizar algún mensaje con un golpe en la espalda, y contagiar nuestra risa al nuestro interlocutor.
Cuando estoy enviando un e-mail, o chateando, no veo la expresión del rostro de la otra persona. Tampoco la puedo tocar, percibir el tono de su voz, o simplemente, verlo a los ojos.
Estas cosas, son muy importantes en una comunicación.
Por ejemplo, puedo recibir un mensaje electrónico que diga: “Hola, ¿cómo estás?
Pero este simple saludo, seguido de una pregunta, puede significar muchas cosas, dependiendo del tono de voz de la persona y de su expresión corporal al momento de decirlo.
Tal vez, si yo viera a la persona cuando lo dice, y ella tuviera una sonrisa, podría percibir que esta contenta, y que tal vez podamos desarrollar un comunicación agradable sobre lo que la tiene feliz.
En cambio, si veo preocupación en su rostro, o desgano en su tono de voz; pueda generarse una buena oportunidad para que le apoye con un abrazo, o con un consejo, tras interiorizarme de sus problemas.
Otro problema que veo, en la comunicación digital, es que las personas no desarrollan su personalidad.
Algunas personas son muy hábiles en escribir mensajes electrónicos, o tal vez en entablar una comunicación telefónica. Pero si se les pide pararse ante un auditorio, la cosa cambia completamente. ¿Por qué? Pues el simple hecho de desarrollar la costumbre de hablar cara a cara con las personas, nos permiten desarrollar nuestra habilidad de hablar en público. La persona que tiene este hábito, logra tener un mejor control de la palabra hablada, de su postura, de su autoestima. Ya se ha enfrentando a interlocutores que lo desacreditan con el ceño, la postura o interrumpen con la palabra. La interacción es más espontanea y dinámica; que con el mensaje electrónico o la comunicación telefónica.
Y finalmente, cuando estas frente a tu interlocutor, y quieres negociar algo, este suele ceder más ante la presencia física de alguien, que con el método digital. Cara a cara, no tienen donde esconderse o refugiarse. En cambio, digitalmente, puede echar mano a muchas estratagemas.
No hay que discutir que la tecnología ayuda, ¿sino como comunicaría el contenido de este blog?
Pero, si me preguntan, prefiero hablarles cara a cara.

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